lunes, 30 de julio de 2007

El embarazo y la glándula tiroides.

El embarazo y la glándula tiroides.

Carlos G. Borremans.
Médico
La glándula tiroides cumple una función extremadamente importante durante toda la vida de las personas, a través de la producción de las hormonas tiroideas (que son dos, y cuya denominación más sencilla es T3 y T4). El Iodo es un componente indispensable para la constitución de las mismas, pero, por sí mismo, no participa del metabolismo; debe estar integrado a las correspondientes hormonas.

El embarazo requiere, como todas las etapas de la vida, de las hormonas tiroideas, pero con una sobrecarga de trabajo para la glándula tiroides, ya que se necesita una cantidad mayor de estas hormonas. El rápido crecimiento y maduración del organismo del hijo exige un aporte que supera las necesidades habituales.

En condiciones normales, el organismo materno está capacitado para aumentar su producción de T3 y T4. Sin embargo, si la tiroides materna sufre alguna enfermedad, es posible que falle en la respuesta, y no aporte las cantidades adecuadas (tanto por que sean insuficientes, como en el hipotiroidismo, como por que las produzca en exceso -como sucede en el hipertiroidismo-).

Este breve apunte no pretende alarmar innecesariamente, sino tan sólo informar -particularmente a mujeres jóvenes, en edad y capacidad de concebir un embarazo- de los riesgos que la mala función tiroidea no corregida puede representar para su embarazo e hijo.

Se mencionó más arriba que durante el embarazo se necesitan más hormonas tiroideas; al respecto, en los últimos años se ha comprobado que la insuficiencia tiroidea no corregida repercute en distinto grado, en la maternidad. Las situaciones más extremas pueden manifestarse con incapacidad para concebir (esterilidad); también, con pérdida del embarazo en curso, o con malformaciones y/o inmadurez del recién nacido. Afortunadamente, estas situaciones se presentan con poca frecuencia en la actualidad, en gran medida gracias al aporte de Iodo con la sal de cocina (existe una Ley Nacional que obliga a que se agregue Iodo a la sal que se comercializa para consumo humano), y, por otro lado, por el mejor conocimiento de los médicos obstetras, por los mejores recursos para el diagnóstico y tratamiento, y por el control frecuente de las embarazadas.

Sin embargo, son muchos los casos en que la embarazada ignora su trastorno, o éste, aunque conocido, no es atendido convenientemente (a veces, confiando en que "ya está en tratamiento"). Éstas son las circunstancias actuales, y muchas veces resultan, igualmente, en daño (embarazos complicados, partos prematuros, recién nacidos inmaduros, amenazas de aborto, eclampsia, desprendimientos de placenta, etc).

Como si lo anterior fuera poco, también se ha comprobado recientemente que hijos de madres con insuficiencias tiroideas no corregidas adecuadamente durante el embarazo pueden tener déficit del Cociente Intelectual (el Cociente Intelectual es una forma de medir la inteligencia de las personas), que, cuando se diagnostica (como muy temprano, a los varios años de edad, ya en la escuela) es muy difícil de mejorar. Resulta muy penoso (más para los padres de tales niños, y para sus médicos) el saber que estas secuelas se pudieron evitar con recursos tan sencillos como la adecuación del tratamiento.

También los excesos hormonales maternos (hipertiroidismo) repercuten en la gestación y el niño; afortunadamente son muy poco frecuentes. De igual manera, pueden resolverse con la oportuna detección y tratamiento.

Por ello es que expertos aconsejan evaluar la función tiroidea de toda embarazada (otros, sólo a las que presentan alguna posibilidad o riesgo de sufrir enfermedad) -lo más precozmente posible- y mejor aún, antes de la concepción, de modo de conocer fehacientemente la existencia de tales riesgos, y corregirlos oportunamente, evitando así sus indeseadas consecuencias.

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jueves, 5 de julio de 2007

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martes, 19 de junio de 2007

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sábado, 19 de mayo de 2007

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